Por estos días se discute en el Congreso Nacional la ley de fraccionamiento, nombre complicado que se le dio a la nueva ley de pesca, que pretende reemplazar a la que se aprobó durante el primer gobierno de Piñera, la tristemente célebre Ley Longueira, en aquel momento UDI, catalogada por muchos como la ley más corrupta que se haya aprobado en democracia y que terminó con el Jaime Orpis y Marta Isasi condenados por fraude al fisco y cohecho al recibir coimas de la industria, adivinen de qué partido: sí pus, de la UDI, de donde más.
La pelea ha estado centrada en la repartija entre industriales y la pesca artesanal de la merluza común, en el fraccionamiento: de ahí el nombre rimbombante de la ley, que en su tramitación tiene resuelto cómo se repartirán muchas pesquerías a lo largo del país.
Obviamente la industria quiere el pedazo más grande la torta y como tiene a sus mocitos de la derecha en el Congreso, ha revuelto el gallinero y pataleado, apelando, como siempre, a las fuentes de empleo que ofrecen y hasta han anunciado por los medios de comunicación el cierre de sus plantas y faenas, extorsión más que conocida cuando sus intereses se ven afectados.
Lo peor de todo esto es que una vez más, en otra práctica que se va vuelto recurrente, es que los industriales echan a la pelea a sus trabajadores: los hace la industria salmonera cuando tiene conflictos con las comunidades, cuando se tramita un espacio costero para los pueblos originarios y ahora, cuando en el congreso, donde debe ser además, se discute cómo el país resuelve sobre los recursos que son de todos y todas las chilenas.
Ahora, una vez más quieren enemistar a los trabajadores, esos que se ganan un sueldo en la industria con los trabajadores del mar, con los pescadores artesanales, haciéndolos pelear entre ellos, lo que no tiene perdón de dios.
Sobre cómo se está resolviendo en el Congreso los detalles de la ley, deben ser los parlamentarios, principalmente los de la región, quienes deben contar cómo va la ley de fraccionamiento, cómo están votando, a quienes están escuchando y principalmente qué intereses están cuidando, pero lo que no se puede permitir más es que desde arriba nos echen a pelear a los pobres unos contra otros y quieran además pasar piola.

