

Publicada también en La Muralla de Papel.
Erminia Ule Raimilla, la abuela de Caulín, comenzó muy joven a trabajar en greda… “Yo ya era una niña soltera cuando mi papá me llevaba de cocinera, la mina estaba en un bajo, se sacaban los matorrales y se hacía un hoyo hondable con peldaños para bajar, con palas de madera se hacía cuña para sacar los bolones de greda (…) iba a Quetalmahue a buscar material, era medio blanqueado, que bueno que era, parecía mantequilla, con él se levantaban fuentes grandes, los antiguos lo llamaban “barro calle”… En toda casa se veían cocerías de barro, jarros que se ocupaban para cocer leche y calentar agua, maceteros, callanas tostadoras de trigo, fuentes pescado, otras redonditas para comer, hasta bochitas de greda nos hacía mi mamá, con ellas jugábamos”.
En la puntilla Pihuio, en Caulín, se encuentra la mina de greda que la abuela Erminia frecuentó durante toda su vida; contaba que era necesario que coincidieran el buen tiempo con los Pilcanes o mareas bajas, para que el material pudiera ser extraído de ese lugar.
Armaba los cacharros por el sistema de vihueles o rollos que se van adhiriendo a partir de la base, presionándolos con los dedos, hasta lograr la altura y la dirección de los muros deseados. Una vez armada la pieza, la levantaba por medio de una concha de almeja o de choro como única herramienta. Concluía con la cochura o quema de las piezas, etapa final en la que el fuego del fogón da a la greda la consistencia necesaria para ser utilizable.
La abuela Erminia falleció entrada la primavera del año 2006. Con su partida, se perdió el último eslabón que nos ligaba a la atávica tradición de ceramistas del archipiélago de Chiloé; perdimos el ritual del barro húmedo y pastoso, de la tierra chilota laboriosamente moldeada y cocida en el fuego fogón.
Rodrigo Muñoz Carreño / Fotógrafo
Bibliografia:
Muhr Munchmeyer, Verónica / Taller de Cerámica, experiencia basada en la técnica utilizada antiguamente en Caulín – Chiloé


